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IX CONGRESO EXTRAORDINARIO DE LA FALANGE. CUENTA DE LEIGHTON.


La enfermedad y posterior fallecimiento del Presidente Ríos antes de que terminara su mandato, plantea a las fuerzas políticas el problema de la sucesión, por segunda vez consecutiva y en la misma década. El cuadro político se presenta confuso por una serie de elementos entrecruzados, dentro de los cuales se destaca la crisis del Partido Radical. Al dejar Ríos en la Vicepresidencia a don Alfredo Duhalde, senador radical, hombre de su confianza, emparentado con él, desata una tempestad al interior de su partido. Por una parte, no lo consulta al designar a Duhalde; por la otra, este último representa a una corriente llamada "minoritaria" dentro del radicalismo. El desenlace se traduce en la división.

En medio de este panorama, la Falange Nacional empieza a vivir también momentos de agitación interna. El primer hecho gira en torno al alejamiento de Eduardo Frei de su cargo de Ministro de Obras Públicas y Vías de Comunicación. Siguiendo en el fondo el precedente establecido por Leighton en 1938, de no solidarizar con la actuación arbitraria, renuncia después de producirse en la Plaza Bulnes una intervención policial sangrienta, que deja un saldo de seis muertos y un centenar de heridos. (12)

Leighton, en su calidad de Presidente de la Falange, explica en un acto público en el teatro Caupolicán la conducta de Frei. Señala que éste estaba advirtiendo a Duhalde que "el despliegue inútil de fuerzas armadas en los conflictos del trabajo" podían producir "los instrumentos inconscientes de un desplazamiento hacia un régimen dictatorial." Frei hacía estas observaciones, dice Leighton, "con la más absoluta lealtad, y cuando se produjo el último conflicto del Norte, que tuvo una de sus incidencias en la cancelación de la personalidad jurídica de dos sindicatos él no participó en esa medida y no la aprobó."

Agrega después que Frei "previno también patriótica y oportunamente las consecuencias que se podían originar del despliegue de fuerzas en la Plaza Bulnes; pero no fue atendido, y cuando después de los hechos ocurridos, llegó Frei a la Presidencia, se encontró con que ya estaba al frente del Ministerio del Interior un Jefe de la Marina. Entonces, Frei dijo lo que tiene que decir siempre un hombre libre, cualquiera que sea el cargo que ocupe: 'Ahí esta ese cargo, pero yo no sigo.' "

En este mismo discurso, Leighton denuncia de que existe en ese momento en Chile "el peligro de una amenaza dictatorial". Critica al diputado Juan Bautista Rossetti por sostener virtualmente que "toda la democracia chilena se fundamentaba en el cohecho". Según Leighton, Rossetti persigue con esto "quitarle toda base moral a la democracia chilena". Relata también que en la Cámara de Diputados decía el mismo parlamentario "que todas las revoluciones en Chile habían sido hechos derivados de condiciones económicas." "Ahí no soporté más y le interrumpí: 'No honorable colega, todas las revoluciones en Chile han sido realizadas por quienes se han aprovechado de la situación económica'." Denuncia después a los civiles que se esconden detrás de los militares y que los alientan a intervenir. Recuerda unas frases de don Rafael Luis Gumucio, que una vez dijo: "En los gobiernos militares no han faltado jamás los inspiradores civiles, los mantenedores civiles y los aprovechadores civiles." A juicio de Leighton, "las Fuerzas Armadas no quieren estar en el Gobierno". "Pero lo que pasa es que hay quienes quieren aprovecharse de ellas."

Por último, hace una defensa de la democracia:

"La democracia no es patrimonio de los grupos políticos. La democracia, según las propias palabras pontificias, es hoy el mejor instrumento para gobernar a los pueblos con dignidad. No es patrimonio de unos o de otros: es patrimonio común. Hoy por hoy no se puede pensar en una patria que no sea democrática, porque otra patria tiraniza, otra patria encarcela, otra patria mata, ¡porque esa otra no es patria!"

"Es esto lo que está en peligro. Yo pregunto: ¿este peligro amenaza sólo a los partidos de izquierda? ¡Qué ingenuidad! Ese peligro no amenaza sólo a los partidos de izquierda. Amenaza a todos los partidos y a toda la gente que no está en los partidos, porque una democracia es el aire; una dictadura, en cambio, es encierro oscuro, sin aire, sin vida. Esto nos amenaza a todos; y creo que a quienes amenaza primeramente es a los cristianos. ¿Por qué? Porque el cristianismo, en su espíritu verdadero, no en las tergiversaciones que los malos cristianos le han echado encima en el transcurso de los siglos, para vivir, para conquistar, para salvar a los hombres es incompatible con los enemigos de la libertad."

El 13 de abril de 1946 inaugura Leighton el Congreso Extraordinario de la Falange Nacional, llamado también de los "peluqueros", por haberse llevado a cabo en el local del sindicato de peluqueros de Santiago. Lo hace mediante una cuenta escrita, uno de los documentos más extensos escritos en su vida. El pensamiento ahí expresado muestra la tendencia a definiciones muy claras en numerosas materias, que lo sitúan a años luz de distancia de las posiciones de la derecha, junto a las cuales caminará básicamente durante toda la década anterior.

Parte resumiendo su programa como candidato a diputado por Antofagasta, ya visto aquí, para emprender después una clara defensa del gobierno. Refuta también las acusaciones que se le han hecho de ser "pro-comunista", provenientes naturalmente de la derecha. Su personalidad sencilla queda aquí particularmente retratada cuando reconoce haber empleado "una frase que me resultó poco feliz" en un elogio a dos diputados comunistas que habían trabajado en Chiloé por el candidato de la Falange Jorge Rogers. Leighton acota sin vacilar: "Radomiro Tomic me lo advirtió de inmediato. No tuve ni tengo otra excusa que mi inexperiencia parlamentaria sumada a mi deseo de suavizar una actitud de nuestra parte, contraria a quienes venían de acompañarnos lealmente en un duro trance falangista". (Gracias al triunfo de Jorge Rogers la Falange pasó de 3 a 4 diputados en la Cámara).

Después establece un criterio respecto a la forma en que un partido adquiere perfiles. Reconociendo que la Falange es un partido en plena formación, señala que "estamos sometidos a no poder dejar de caminar mientras buscamos nuestro camino."

Son los problemas concretos de cada día los que van proporcionando el marco en el cual un grupo va definiendo su rostro. Y así lo pone de relieve a lo largo de toda su cuenta. Frente a cada problema, lo describe primero y después toma posición. Muestra así cómo en la Cámara, donde él participa en la Comisión de Legislación Social y de Trabajo "de acuerdo con mis particulares aficiones sobre la materia", denuncia una maniobra de la derecha destinada a postergar indefinidamente el estudio de reformas importantes al Código del Trabajo, mientras se interesa sólo por un proyecto conservador que pretende disminuirle los fondos a los sindicatos. Relata después "hechos desconocidos" en los que la Falange ha tenido una destacada actuación, ocultados por la gran prensa, ya nada interesada en destacar como antaño el idealismo de esta falange juvenil. "Por cierto que ninguna de estas intervenciones de la Falange fue ni siquiera insinuada en la gran prensa del país; pero este silencio obedecía, no a falta de independencia nuestra, sino justamente a la falta de independencia de esa gran prensa."

Cuenta después que la Falange recibió durante 1945 "una invitación de la Alianza Democrática para integrar oficialmente su Organización. Propuso al Consejo, y así fue aprobado, que esta invitación no fuera aceptada, por estimar que nuestra contextura política de Partido aún en formación, nos impedía ingresar a combinaciones permanentes con partidos de personalidad ya formada, junto a las cuales la nuestra corría grave riesgo de perder su particular fisonomía, sin perjuicio de coordinar con la Alianza Democrática acciones concretas de bien común." Este criterio tendrá mucha importancia en los años siguientes en cuanto a plantear el tema de las relaciones con otros partidos.

Se defiende después de la crítica personal que se le ha hecho "por falta de decisión ante el Partido Comunista." Manifiesta que cada vez que le ha tocado coincidir con dirigentes o parlamentarios comunistas, "siempre he declarado que la actuación efectuada por mí, en tales casos, obedece a una consecuencia con los postulados social-cristianos que inspiran la política de la Falange. Casi he sido majadero para decir que esa misma justicia social defendida por ellos en nombre de Marx, los falangistas la servimos en nombre del Mensaje Evangélico." Y agrega más adelante: "Comprendiendo que es punto esencial para precisar una posición diversa a la posición comunista, establecer un criterio acerca del gobierno ruso, he declarado centenares de veces y justamente cuando he tenido auditorio con preferente asistencia de comunistas (recuerdo en este instante la vapuleada Asamblea del Teatro Caupolicán) que, a pesar del interés despertado en mí por el extraordinario ensayo económico-social realizado en el país de los Soviets, considero que su régimen político no es nada más que una dictadura."

Después de referirse a una serie de asuntos más bien de detalle, Leighton entra de lleno al tema de fondo relativo a la razón de ser de la Falange Nacional en la política chilena. Bajo el sugestivo título "tras una fe práctica", dice que el partido debe "lealmente afrontar no sólo el problema de satisfacer su propia conciencia, sino además el de satisfacer con honestidad a la opinión pública de nuestro país, a la cual se dirige y de la cual se nutre." Lo que se busca es "la formulación de un criterio de valor para el presente, que importe en sí mismo una síntesis de nuestros postulados doctrinarios engastada -digámoslo así- en una síntesis de las aspiraciones del pueblo." Y agrega esta reflexión: "Cuando una colectividad política logra, mediante un serio trabajo intelectual envuelto en un sentido de auténtico amor a la tierra en que vive, descubrir aquellas dos síntesis refundidas, es capaz de remover los más puros valores que forman su material humano, sobrepasando las contradicciones internas y lanzándolos con una fuerza insospechada a la conquista transformadora de los hombres y, en cierta manera, de las cosas de la nación. Guiados por este pensamiento, abordemos la búsqueda de aquella singular coincidencia en que han de encontrarse el alma de la Falange Nacional con el destino de la Patria, bajo los imperativos y la angustia del siglo veinte." Después de esta introducción define lo que para él es central: "El alma de la Falange es la razón que le dio nacimiento y que le dará existencia por años y años: la realización de una política chilena inspirada en los principios sociales del Cristianismo."

A continuación hace Leighton una crítica bastante fuerte a los cristianos contemporáneos. "Seguimos siendo merecedores del Divino reto: ¡Hombres de poca fe! Somos iguales los de hoy a los de ayer." Y agrega un poco más adelante: "Existe una especie de tentación diabólica que nos persigue irremisiblemente y que nos coge aún cuando estamos prevenidos para rechazarla. Acabamos de ver a miles de cristianos usando los métodos fascistas, que no fueron más que las mismas tácticas del Marxismo aplicadas en sentido inverso. Todavía observamos importantes sectores cristianos que demuestran más confianza en el poder nacido del 'Becerro de oro', que en la potencia moral emanada de 'Las Tablas de la Ley'. En nuestra breve, pero fecunda experiencia política, los falangistas hemos sido tentados a abandonar nuestra línea de acción práctica, en nombre, no de ser ella falsa, sino de ser ineficaz. Y la verdad es que más de alguna vez hemos resistido con poca entereza de alma esta insensata tentación."

Hecho este planteamiento central, entraba al capítulo titulado "sustitución del capitalismo". Los argumentos para propiciarlo los desarrolla así:

Partiendo por definir al proletario como "aquel que necesita trabajar para vivir o para sustentar a personas vinculadas a él por razones naturales, que no pueden trabajar o que, si trabajan, no producen de inmediato un fruto económico con su trabajo", Leighton constata que el concepto de "trabajador o de proletario ha evolucionado en un sentido de mayor amplitud y a la vez de mayor justicia." No abarca sólo el trabajo físico, sino que simplemente todo trabajo.

"Esta ampliación del concepto de proletario se ha verificado paralelamente a un proceso lento y seguro de unificación y elevación del proletariado en los más diversos planos de la vida social."

"Llevando más a fondo este análisis de las recientes transformaciones sociales, cabe además constatar que en la medida en que el concepto de proletario se ha extendido y elevado, la calidad de capitalista propiamente tal ha ido reduciéndose a un escaso número de individuos que son, no obstante, los directores legales del régimen económico vigente. Esta circunstancia es uno de los elementos más notables que está contribuyendo a la crisis final del régimen capitalista, carcomido en su interior por sus previstas contradicciones orgánicas."

"Mientras las relaciones entre el capital y el trabajo adquirían las características anotadas, en el campo político un número creciente de trabajadores tomaba parte en la vida pública, haciendo pesar en ella sus opiniones, sus intereses y su dignidad. De este modo el conglomerado proletario ha obtenido fuerza económica y también fuerza política, pero en condiciones limitadas a una influencia de hecho, sin que todavía los organismos del Estado Moderno se encuentren consecuentemente estructurados. La democracia hasta ahora ha facilitado el crecimiento, la unificación y la dignificación del proletariado, pero aún no le entrega los instrumentas de derecho de acuerdo con su potencia real."

Leighton ve por aquellos años "desaparecido casi en absoluto el odio social", razón por la cual, tanto la "lucha de clases" como la "armonía de clases" son para él tésis "desestimadas".

"La situación es diferente", dice. "Está produciéndose el acceso del proletariado a la conducción de la economía que lo llevará por este camino, a la propiedad de los capitales y, en definitiva, a una más justa distribución de la riqueza económica. Estoy muy lejos de pensar que la adquisición de los bienes materiales, aún cuando se pretenda en nombre de la justicia, constituya el eje de la vida humana. Pero es incuestionable que sin un mínimo de bienestar material el hombre, salvo un esfuerzo heroico, no puede desenvolver normalmente las facultades de su espíritu. El régimen capitalista en esta etapa de su desarrollo no demuestra capacidad alguna para llevar al mayor número de hombres una base de elementos materiales que les facilite el perfeccionamiento espiritual. Por eso los cristianos colaboramos a la liquidación del régimen capitalista y presenciamos con satisfacción los síntomas evidentes de su desaparecimiento."

"Sin embargo, no es esta actitud negativa la más conforme a nuestra inspiración doctrinaria. Por fortuna, mientras el capitalismo desaparece, se gesta un nuevo sistema económico fundado en la dignidad del proletario y que reemplaza la antigua división de los hombres, 'según el puesto que ocupan en el mercado de trabajo', por una ubicación derivada 'de las funciones que cada cual ejercita', es decir, ese nuevo sistema esta orientado, sin sospecharlo él mismo, por la sorprendente visión de la Encíclica Quadragessimo Anno. Los falangistas tenemos la misión de constituirnos en los anunciadores y en los abnegados constructores de esta nueva ordenación económica que sustituirá al capitalismo y que podríamos denominar, parafraseando a Tristán de Athayde, como una Economía Laborista."

Bajo el título "Reforma de las instituciones", puesto entre comillas en el texto original por estar extractado directamente de la ya mencionada encíclica de Pío XI Quadragessimo Anno, Leighton enfoca el problema del derecho y los cambios sociales. Entre otras cosas afirma:

"La cuestión que está por resolverse en el tiempo que corre, consiste en orientar el desenvolvimiento gigantesco de la técnica industrial, de un modo tal que la máxima explotación de los elementos materiales de nuestro país, por medio de una industria encaminada hacia una perfección inconcebible, lleve el más alto standard de vida individual al mayor número posible de chilenos de hoy y de mañana."

"No carecemos ni de los planes necesarios ni de los hombres competentes, sino de las instituciones jurídicas adecuadas a la realización de estos propósitos. Los organismos que faltan han de fundarse, a riesgo de fracasar dentro de la esterilidad congénita al capitalismo desfalleciente, en un criterio de 'Economía Laborista'. Las condiciones de nuestra economía semifiscal pueden proporcionar el camino hacia la constitución de estos nuevos instrumentas legales. En esa economía el capital es, hasta cierto punto, colectivo, siendo en consecuencia menos brusco el hecho de colocarlo íntegramente al servicio de los hombres de trabajo vinculados a las instituciones respectivas."

"La reforma proyectada no sería más que un primer paso para continuar, con criterio semejante, modificando después las instituciones de economía privada, en donde también debe el capital ser principalmente dirigido por el trabajo organizado."

"El capital debe ser principalmente dirigido por el trabajo organizado." Este es el principio central que debe regir, según Leighton, al nuevo sistema que reemplace al capitalista vigente. No es el Estado el nuevo capitalista, sino más bien, el trabajo organizado, esto es, el sindicato, el gremio o la asociación respectiva.

Por último, bajo el sugestivo título de "democracia proletaria", Leighton rechaza la posibilidad de que un esquema así ahuyente a los capitales. Él cree que "los capitalistas son naturalmente egoístas", pero a la vez "egoístas inteligentes" y que por ello, ante la realidad del ascenso del proletariado y del trabajo organizado, no cometerán el error de desconocerla. Ellos "no ignoran hacia dónde camina el mundo y siempre tratan de salvar si no la bolsa, la vida".

"No hay, en consecuencia, antecedentes bastantes para considerar que las instituciones rectoras de la economía, a base funcional proletaria, estarían condenadas a morir en medio de la desconfianza de los propietarios del capital. Estimo que sucederá el fenómeno inverso, ya que la más sólida y justa integración, dentro de la empresa, de sus elementos constitutivos, redundará en su mayor eficacia industrial, la que despertará hacia afuera mayor confianza."

"Finalmente, se establece una fecunda concordancia entre la ascención del proletariado en la democracia política y la ascención del proletariado en la Economía, concordancia que no puede sino impulsar a la Nación toda en un progreso colectivo de proporciones nunca vistas hacia el porvenir."

La larga cuenta política termina con un breve enunciado sobre política internacional. Entresacamos de allí los párrafos más marcados:

"En los campos de batalla del conflicto bélico quedaron tendidos tres grandes derrotados: el prestigio mundial del sistema fascista, el fanatismo antidemocrático del Sr. Stalin y la prepotencia incontrolada del capitalismo imperialista. A excepción del primero, ninguno de los otros dos se resignará tranquilamente con su derrota; pero la democracia y el proletariado triunfadores los obligarán, tarde o temprano, a doblegarse."

Refiriéndose al imperativo de la integración decía:

"Los cristianos, obedientes a nuestra concepción ecuménica, estamos llamados a ser parte en este proceso de superación de las fronteras territoriales con la mira de constituir conglomerados humanos más completos, más fuertes y más felices. Sin embargo, debemos huir de una atracción peligrosa. No podemos aceptar que, en nombre de la incorporación a futuras entidades supra-nacionales, se debilite la unidad fraterna dentro de cada Nación, menoscabando el alma y la dignidad de la patria actual, sin cuya integridad es ilusorio pensar en una Patria más amplia."

Las palabras finales de esta cuenta son claves para entender el sentido profundo de la actuación política de Leighton en esos instantes:

"La política, cuyos perfiles sustanciales he trazado detenidamente, no fue por cierto iniciada con motivo de mi elección como Presidente Nacional. Nació, acaso, cuando nació la Falange. Fue indiscutiblemente acentuada durante la Presidencia de Eduardo Frei."

"Por mi parte, he debido continuarla; empero declaro, abiertamente, que he tratado de hacer algo más. Me he empeñado por darle una expresión de contornos nítidos, en términos tales que nadie pudiera dejar de reconocerla en lo que ella es; he pretendido ubicar a la Falange al lado de los trabajadores de Chile, sin una sola desviación ni un solo distingo debilitante, a semejanza de los Abogados de Pobres, obligados a defender siempre al humilde, nada más que al humilde, hasta donde tenga la razón."

"Por las explicaciones expuestas, mi propósito lo he logrado a medias, abrigando la esperanza de que será alcanzado plenamente de todas maneras, con tal que resolvamos entregarle un poco más de tiempo al tiempo."

"Esta política ha coincidido frecuentemente con la izquierda, pero, los izquierdistas saben muy bien que sólo cuentan con nosotros tanto cuanto nosotros contamos con ellos, y que esa libertad de juicio y de acción para discrepar o para combatir y a la cual ellos no han renunciado, tampoco la hemos renunciado nosotros."

"Si bien no me siento el único indicado para presidir esta política, no podría sinceramente presidir ninguna otra; por lo tanto, mi cargo de Presidente Nacional queda librado también a la voluntad de este Congreso."

"Deseo terminar esta prolongada relación de actuaciones y de criterios, manifestando a nuestra autoridad suprema, ante cuya decisión me inclino, que nunca estuve más convencido de ver a la Falange en la limpia ruta de la Patria y en la dirección de nuestra Flecha Roja."

En esta cuenta, leída el 13 de abril de 1946, queda por citar todavía un párrafo que merece consideración aparte. Se refiere a la elección presidencial, que se ve venir. Leighton tiene una opinión precisa al respecto. Mencionando una circular interna relativa a este problema dice:

"Con el sólo objeto de dar un elemento informativo importante y teniendo a la vista las circunstancias de la época, la mencionada circular terminaba diciendo en este punto: 'Lo más probable es que el candidato de la Falange salga de los partidos populares'. Declaro con franqueza que esta probabilidad continúa, a mi juicio, en plena vigencia, a pesar de que creo también que no debemos desestimar, en especial frente al verdadero puzzle que significa el problema presidencial a esta altura, la emergencia que señalé hace un momento, o sea, declarar la abstención del Partido en la campaña electoral y la libertad de los falangistas tocante al voto mismo."

Este párrafo resulta, potencialmente, ser el más polémico de todos. Lo único que no plantea es la posibilidad de apoyar a un candidato de derecha y, más concretamente, a uno del Partido Conservador. Esto contradiría, según Leighton, su posición política, desarticulando su labor destinada a colocar a la Falange "al lado de los trabajadores de Chile".

La cuenta es aprobada por el Congreso sin problemas.

Sin embargo, en el debate político posterior, surge una posición diferente, encabezada por Radomiro Tomic. Aduciendo razones tácticas que a la postre convencerán a la mayoría, plantea una postura denominada "independiente", que pretende marcar más las diferencias hacia izquierda y derecha. Leighton se mantiene en la postura diseñada en su cuenta. Al ser vencido se niega a seguir presidiendo la Falange, pese a las insistencias generalizadas de todos, incluso de Tomic. En vista del hecho creado, este último asume por primera vez la presidencia de su partido. En el trasfondo de este debate se encuentra el hecho de estar ya planteada la candidatura conservadora del Dr. Eduardo Cruz Coke, que abre una perspectiva inesperada a la decisión falangista. Así queda de manifiesto en la Junta Nacional de la Falange, llevada a cabo el 28 de julio de 1946. Allí Leighton sostiene abiertamente el apoyo a Gabriel González Videla, del Partido Radical, mientras Tomic se inclina por Cruz Coke, basado en la clara posición social cristiana de éste, que, a su juicio, divide a la derecha y muestra al Partido Conservador "herido en el ala".

Tomic da también una razón táctica de mucho peso: la Falange Nacional necesita poder hablarle directamente al electorado católico chileno, que, en la práctica, no conoce sus planteamientos debido al bloqueo de los medios de comunicación, dominados abrumadoramente por la derecha y algo menos por la izquierda. La oportunidad la ofrece un candidato con el cual no existen diferencias de fondo, puesto que encarna la corriente social cristiana dentro del Partido Conservador.

El debate es intenso y no muestra una posición claramente mayoritaria. Esto mueve a Frei a proponer la suspensión momentánea de todo acuerdo, a la espera de una mayor clarificación en el cuadro de las otras candidaturas. Al imponerse finalmente en la Junta Nacional esta idea, Tomic renuncia a la presidencia de la Falange y asume transitoriamente su dirección Eduardo Frei.

El 2 de agosto de 1946 se reúne de nuevo la Junta Nacional. Vuelven enfrentarse las dos posiciones y el debate es, una vez más, intenso y, ratos, apasionado. Al final, vence Tomic por 43 votos contra 41, transformándose en un líder importante de la campaña presidencial de Eduardo Cruz Coke. La presidencia de la Falange es asumida por Pedro Jesús Rodríguez.

Los términos del acuerdo de apoyo a Cruz Coke resumen la llamada posición de 'independencia' sostenida por Tomic en ese instante:

"La Falange Nacional ha resuelto apoyar como candidato presidencial al Dr. Eduardo Cruz Coke. Es una decisión tratando de defender nuestra independencia ante la izquierda y la derecha, y con la misión esencial de la Falange Nacional en la política chilena: obtener el apoyo popular para el pensamiento social-cristiano y para convencer a los cristianos de que el más importante deber de nuestro tiempo es construir una sociedad justa y socialmente sensible, abandonando las viejas posiciones del capitalismo tradicional y la reacción."

Esta derrota de Leighton dentro del partido marca en su vida política un punto importante. Hasta ese instante su trayectoria ha sido de permanente ascenso y de un liderato virtualmente indiscutido dentro del partido. Ahora pasa a compartir con varios otros esa primacía política y moral. Tomic y Frei, entre otros, han ido surgiendo como figuras de tanto relieve como Leighton. Este, a su vez, no sufre por esto, sino al contrario: contempla con alegría cómo la Falange madura internamente y cómo se incorporan nuevos valores humanos y pasan a ocupar tareas de la mayor responsabilidad. Su partido crece y se desarrolla, a lo menos internamente. Para el crecimiento cuantitativo, capaz de darle a esta corriente histórica un peso decisivo en el destino de Chile, faltan todavía diez años difíciles y llenos de riesgos.

Posted by Otto Boye 9:29  

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